El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo
político que resultó de la expansión de los
Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del
siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por
los Selyúcidas islámicos alarmó a los
cristianos de occidente. Otros invasores turcos también
penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio
bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a
su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte,
una reacción a todos estos sucesos. También fueron
el resultado de la ambición de unos papas que buscaron
ampliar su poder
político y religioso. Los ejércitos cruzados
fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política
papal.